miércoles, 14 de junio de 2017

Laguna de Perlas


Tardé dos días en llegar a Laguna de Perlas, en la costa caribeña de Nicaragua. Pasé una noche en San Carlos y otra en el Rama por la falta de comunicación de pangas (lanchas) y buses.

Tuve que coger una panga de dos horas (El Castillo-San Carlos), un bus de seis horas (San Carlos-El Rama), una panga de dos horas (El Rama-Bluefields) y la última de una hora hasta la Laguna.

Los viajes no fueron aburridos. La única extranjera era yo, como de costumbre en estas tierras.

Los buses nicaragüenses me parecen super entretenidos. Siempre hay mujeres y niñas entrando con sus comidas típicas y refrescos.



En este, en particular, se subían hombres vendiendo remedios para todo. Contando su historia, con esquemas y dibujos para que te quedara bien claro que no te están vendiendo cualquier cosa. La gente compraba sus cápsulas y líquidos milagrosos para todo tipo de enfermedades. El primero me hizo gracia y me pareció curioso. Un hombre que tiene un laboratorio de plantas medicinales en su finca, con su fotografía en los frasquitos y diciéndonos que nos acordáramos de él, que sería el pionero de la cura para todo. Pero los otros cinco que vinieron después con la misma historia ya me parecían bastante cansinos.


Las lanchas me parecieron muy incómodas. Pangas rápidas con los asientos antisueño y todos apretados sin poder mover ni un pelo. Tampoco podía ir viendo mucho el paisaje porque el viento me pegaba bastante fuerte en la cara. A veces llovía y se extendía un largo plástico para cubrirnos todos. Este plástico con el movimiento del viento te pegaba bastante duro en la cabeza.




Después de un largo viaje llegué a mi destino: Laguna de Perlas. Es la laguna litoral más larga de Nicaragua. Ya en el muelle me cogió un tío llamado Randy, con olor a alcohol y una pierna torcida con una gran cicatriz que no podía dejar de mirar. Me llevó a un hotel dónde pasé dos noches. Él simplemente capta a turistas y como era la única se abalanzó a por mí…

La mañana la pasé con él porque estaba muy interesado en enseñarme su pueblo. Me resultó muy muy muy pesado, pero me aguanté porque tenía interés de conocer todo sobre este lugar y que mejor una persona que lleva toda su vida aquí. No quise dejarme llevar por su aspecto físico de loco, traficante y drogadicto…

A pesar de su borrachera fue interesante caminar con él. Me contó sobre su pierna… Este lugar es un punto por dónde pasan todos los cargamentos de cocaína y mariguana que vienen de Colombia a EEUU. La policía suele hacer aquí las intercepciones, por lo que grandes cantidades de estos productos son tirados al mar llegando a la laguna. Por esa razón, aquí, la coca y la yerba tienen un gran tráfico. La gente de la Laguna y de Bluefields trafican y eso lo sabe todo el mundo.

En un soleado día, Randy, venía de su finca con su mochila llena de cocos y la policía le ordenó que soltara todo lo que llevara. El pobre Randy no hizo nada. Según me contó, le dieron un balazo atravesando su muslo reventándole el fémur. Ahora lleva 10 años con un hierro. Le quedan dos para que se lo quiten. Le han dejado la pierna hecha un cristo, la verdad. Me contó que entre semana trabaja en su finca llena de cocoteros y que de viernes a domingo se lo pasa borracho. Que la policía tuviera razón o que Randy me estuviera contando su historia, nunca lo sabré.

Como dije, Randy me mostró su pueblo y la comunidad Miskita de Awas.

El pueblo de Laguna de Perlas es pequeño y tranquilo, habitado por Creoles, Miskitos y otros grupos étnicos. Los Creoles hablan un idioma muy parecido al inglés y aunque también hablan español prefieren comunicarse en ese inglés caribeño que me recordó tanto a mi querido Bastimentos.



Al ser la única extranjera que se paseaba por el pueblo era el punto de mira de todos y me daba bastante vergüenza hacer fotos. Me advirtió Randy que a la gente de allí no le gusta nada que se las hagan y que perfectamente puede venir la policía a ponerte una multa. Me aconsejó preguntar siempre antes de hacer una foto.

Las casitas de colores ubicadas en ambas aceras, sin apenas coches, pero con cochecitos de minigolf, me encantaron como todo pueblo caribeño.




Pulperías (kioskos) construidas con madera no dejaron de maravillarme.


El agua de este lugar es curiosa. Me contó Randy que en la época de invierno es agua dulce, marrón y puede ser utilizada para lavar, pero en verano se convierte en agua salada y transparente. A mí me tocó la marrón L


Aparte de las drogas, la principal fuente de economía es la pesca de peces, cangrejos, langosta y camarones. Pude disfrutar de un riquísimo ceviche por pocos córdobas en el hostal dónde me quedé.



Awas es un pequeño pueblo situado a 40 minutos andando de Laguna de Perlas ocupado recientemente por Miskitos, con un idioma incapaz de entender. Un pueblo precioso y tranquilo.

Gente descansando en sus sillas, niños jugando en el agua y las gallinas y pollitos por los caminos. 




Awas también tiene su playa con cocoteros, ahora marrón, en la que ni me entraron ganas de bañarme a pesar del calorazo que hacía...


Un paseo agotador por no existir ni una sola sombra. El camino estaba inundado y las mujeres aprovechaban para lavar las ropas de su familia mientras los niños se refrescaban.




Un hermoso terreno de sabana con una singular vegetación de grama y palmeras con sus arroyos y humedales. Un paisaje diferente que aún no había visto.




De vuelta, Randy me presentó a su hermana, madre y sobrino. Me invitó a tomarme una pipa (coco) fresquito y estuve jugando con su sobrino a las canicas.


El segundo día estuvo lloviendo y no pude hacer gran cosa. Randy desapareció porque le corté en una de esas que se abalanzó hacia mí en el camino para robarme un beso, no me dio nada de buena onda andar sola con él. No entendía por qué él no me gustaba… no sé qué pasa últimamente con los hombres de aquí. Pienso que al ser la única extranjera están todos como locos. Ciao Randy...


En un momento que no estuvo lloviendo me fui a sentarme en una de las aceras, observando a un chico limpiando cangrejos y viendo pasar a las barcas pesqueras con su vela hecha con bolsas de plástico. Muy auténtico...



Unos niños se acercaron a mí y estuve jugando con ellos. Me dejaron hacerles fotitos para llevarme de recuerdo. De los nombres no me acuerdo ninguno, pero cuando quise irme a comer algo me estaban pidiendo dinero…




Sobre todo esta niña... que para su edad me parecía bastante provocadora, bailando y sacando la lengua. Me dijo que se lo enseñó su madre...


El hostal dónde me quedé no me gustó nada, me parece que es uno de los peores sitios dónde he dormido. A pesar de tener mosquitera, por la noche había un insecto super pequeñito que no me dejaba de picar. Es una especie de mosca diminuta. Con el calor que hacía, tenía que estar tapada hasta las orejas, sudando como un pollo.

Dos días pasé aquí y puedo decir que es una de los lugares más incómodos en los que he estado. Sí me inspiró para dibujar a una niña que vi en Awas, al no tener una foto de ella tuve que echarle imaginación y me salió este dibujito que hice mientras pasaban las horas lloviendo.


Me cogí una panga de vuelta a Bluefields a la mañana siguiente, dónde estuve todo un día en la casa-hospedaje de Cecilia, una mujer muy simpática que todas las mañanas pone un puesto de chanclas al final del callejón de su casa. En plena calle, dónde la gente vende sus comidas y cosas.



Una casa llena de objetos y adornos, confortable… pero los alrededores no tanto. Siendo la única turista, la gente me miraba raro y en una ocasión quiso entrar un tío a la casa haciéndose pasar por amigo del hijo de la señora... para robar, según pensó Cecilia. Pero junto a sus amigas logró descubrir quién era y qué quería. No era ningún delincuente.





Creo que Cecilia me vio un poco asustada y cada dos por tres venía para ver qué tal estaba...pero me tranquilizó diciendo que tuviera siempre la puerta cerrada...

Pasamos la tarde juntas hablando de su pueblo, de la Laguna, de la gente, de costumbres, de su familia y curiosidades hasta bastante tarde. Por aquí se pasó una amiga y su hermana.

Me ha entrado curiosidad por conocer Bluefields después de haber hablado con Cecilia. A la vuelta pasaré un par de días aquí :-) y hablaré más de este singular pueblo pescador...Después de haber estado toda la tarde con ella, me siento más segura.


Aquí aproveché para hacer mi compra de supervivencia que me llevaría a Corn Island, mi próximo destino. Playita, buceo y relax…

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