Corn Islands (islas del Maíz) son
dos islas situadas en el caribe nicaragüense a 70 km de la costa. Big Corn Island tiene una superficie de 12.9
km2, mientras que Little Corn 2.9 km2, bastante pequeña
con apenas 400 habitantes y dónde cortan la electricidad entre las seis de la
mañana y la una de la tarde. Ambas separadas 13 km por un mar lleno de azules que
te dejan hipnotizado.
Para llegar a estas islas
paradisiacas tuve que coger un barco en el puerto de Bluefields a las 9 am. Una
enorme fila se anteponía frente a mí y que apenas avanzaba. La señora que despachaba
los billetes se lo tomaba con muuuucha calma.
El barco salió con retraso porque
no solo es de pasajeros sino también de mercancías. Durante la espera, sentada
ya en el barco, en la parte de fuera, junto a la salida, no paraba de entrar y
salir gente: mujeres vendiendo sus panes endulzados, frescos o agua, y chicos
cargando alimentos, bebidas, material de construcción y algún que otro
electrodoméstico. No había muchos turistas, pude contar 6-7 personas, el resto
locales.
El barco, finalmente, arrancó los
motores. Cinco horas observando el mar,
el horizonte, siempre con la misma panorámica, sentada, disfrutando de la
brisa, a veces de la lluvia y viendo cómo el color se iba transformando de un
tono marrón a un azul intenso con algún que otro salto de delfín. Tiempo de
reflexión, poco a poco, el viaje iba poniendo su fin y tengo que ir pensando en
que tengo que poner los pies en el suelo. Pero mientras tanto no quiero
agobiarme, estaba entrando en el purito paraíso.
Llegué a Big Corn Island, pero mi destino era Little Corn Island. Tuve que esperar la lancha que me
llevaría hacia allá en un par de horas. En esa espera conocí a Jorge, un chico
catalán que anda viajando gracias a una excedencia en su trabajo de casi 4 años. Me lo contaba como suerte la suya, contento. En ese tiempo ha viajado por todo
el mundo y juntando sus anteriores viajes ha estado en más de 60 países.
Ya en la lancha, abarrotada de
gente, tuvimos que esperar bajo un plástico hasta que pasara la poderosa lluvia
para poder ir a la islita. Un viaje de una hora, horrible por el movimiento de
las olas. La lancha saltaba cada vez más brusco. Fue bastante agobiante porque
teníamos que ir sujetando ese plástico que nos protegía de la lluvia. Durante
el camino estuve hablando con un chico pescador. Me contó que dos días más tarde
iba a ir a alta mar para colocar como tres mil nasas (trampas para peces) para
cazar langostas, la principal economía de la isla. Hasta hace como unos tres
meses, creí entender, estaba en veda y no se podía pescar. Esas nasas olían fatal, las cubren con piel de vaca para atraer a las langostas.
Llegamos por fin al muelle de la
islita.
Allí dónde conocimos a Joana con su cartelito para captar a la gente y llevarla al hostal dónde trabaja, Green House Hostel.
Allí dónde conocimos a Joana con su cartelito para captar a la gente y llevarla al hostal dónde trabaja, Green House Hostel.
Muerta de hambre, cociné algo y me fui al Dive Shop para
reservar el curso de buceo, regalo de mi tía Marisa por mi próximo cumpleaños. Alberto, el encargado de la
tienda, me hizo rellenar los papeles en ese preciso instante y me dio los libros para
que estudiase esa misma noche tres temas, ya que al día siguiente tenía tres
buceos, todo muy rápido.
Cuando terminé el papeleo, allí estaba Charlene, una francesa de Normandía, que conocí en Masaya. Una química analítica viajera que pidió 8 meses sabáticos para poder viajar y pensar sobre su futuro y lo que realmente quiere, porque al igual que yo, está hecha un lío. Ella estaba en su primer día del curso de Advanced, justo lo que haría. Venía de su tercera inmersión contenta.
Cuando terminé el papeleo, allí estaba Charlene, una francesa de Normandía, que conocí en Masaya. Una química analítica viajera que pidió 8 meses sabáticos para poder viajar y pensar sobre su futuro y lo que realmente quiere, porque al igual que yo, está hecha un lío. Ella estaba en su primer día del curso de Advanced, justo lo que haría. Venía de su tercera inmersión contenta.
El hostal estaba animado en mi primera noche y yo
estudiando, haciendo los ejercicios para el día siguiente. Estaba realmente
cansada, pero tenía que esforzarme.
Durante el tiempo aquí hicimos un
grupete de viajeros solitarios: Charlene, Jorge, Tommy de Sudáfrica, Sussy de
Alemania y más tarde se unió un polaco. Con ellos estuve la mayor parte del tiempo
de la semana, compartiendo una misma pasión que nos unió, el buceo.
La gente entraba y salía del
hostal. Joana hablaba mucho, a veces, daba la sensación de que estaba un poco
loca, pero era muy graciosa y simpática. Manejaba a tres chicas que trabajaban
en el hostal limpiando.
A veces, cuando cocinaba, las
chicas nuevas que entraban al hostal se acercaban para ver mis verduras. En la
isla no hay mucha variedad y me hizo mucha gracia que la gente me preguntara
dónde las había comprado. Hice muy bien en hacer una compra de supervivencia en
Bluefields.
La verdad que no había escuchado
maravillas de las camas de este lugar, pero como me quedaba más de tres noches
Joana me dejó en una de las mejores, con un ventilador y la cama de debajo de
la litera. Muyyyy cómoda, aunque la luz que entraba no me dejaba dormir y cuando a las 6 de la mañana se iba la luz, el calor te acababa por despertar... Dormía con Charlene y un chico que se la pasaba todo el día en la cama, solo salía por la noche y si eso. Joana le llamaba “el Tapado”.
El dueño del hostal, Iván, lleva
aquí un mes y todavía no está muy habituado a la vida caribeña y se le ve un
poco estresado con la gente local. Un canadiense que decidió empezar un negocio
en este increíble lugar.
En cuanto el curso de buceo de
dos días de duración y cinco inversiones ha sido espectacular. En cada
inversión aprendí algo nuevo y mi instructor Remo fue muy simpático, un suizo
que lleva en la isla desde septiembre después de mandar por culo su carrera en
Suiza.
El primer día hice el buceo de
profundidad, dónde aprendí las consecuencias y pautas para bucear profundo y,
sobretodo, los efectos secundarios que pueden ocurrir. No fuimos más de 30
metros y yo no noté nada en especial, sólo que estuvimos buceando 20 min y no
50 min porque a mayor profundidad se consume más aire, así que a mí bucear a
mucha profundidad no me gusta. Lo interesante es la vida marina que pueda haber, puesto que se encuentran otro tipo de peces.
Después de un pequeño descanso
hice el siguiente buceo para aprender identificar y clasificar los distintos
peces por familias, lo hice con Charlene.
En esta inversión fuimos a un lugar precioso dónde pudimos estar mucho tiempo bajo el agua buscando pececitos para luego, fuera del agua, con las tablas y el libro que llevábamos mientras buceábamos, pudiéramos hablar de ellos. Esta inversión fue de larga duración porque no buceamos muy profundo.
En esta inversión fuimos a un lugar precioso dónde pudimos estar mucho tiempo bajo el agua buscando pececitos para luego, fuera del agua, con las tablas y el libro que llevábamos mientras buceábamos, pudiéramos hablar de ellos. Esta inversión fue de larga duración porque no buceamos muy profundo.
Y ese mismo día, hice el último
buceo con una italiana que no superó, en su día, la inmersión con brújula. El
uso de la brújula dentro del agua es complicado. Pensé que con mi orientación
suspendería también. Hicimos una práctica fuera del agua para hacer lo mismo que dentro. Es una historia saber usar una brújula de esas. No sólo es saber dónde
está la aguja que marca el norte, sino entender cómo funciona. No están fácil
orientarse debajo del agua por la corriente y además puedes estar en un lugar
en el que no tengas ninguna referencia natural, como la de las rocas o
elementos varios y perder el rumbo totalmente. Hicimos dos ejercicios. En uno
de ellos Remo nos señaló a una dirección y teníamos que nadar hacia esa
dirección y volver, usando la brújula. El otro era hacer un cuadrado girando la
brújula 90º. Ya digo que no es tan fácil como parece. En el mar hay mucho
movimiento y es muy fácil desorientarse. Pero lo superé!!!
El segundo día hice la del
control de la flotabilidad, algo muy importante bajo el agua.
Pienso que es algo esencial para bucear bien y ahorrar consumo de aire y no
estar controlando tu posición con las manos. Un buen diver no usa las manos
para bucear. Para esa inversión fuimos a practicar en una zona de arena
haciendo diferentes pruebas como estar un minuto flotando sentada a un metro
del suelo sin mucha oscilación, también quedarse flotando en vertical pero con
la cabeza hacia el fondo, colocarse de rodillas en el fondo y subir y bajar
controlando el movimiento con la respiración y por último pasar por una
estructura cuadrada que flotaba en el agua boca abajo y boca arriba. Con esto
dominado nos fuimos a bucear en una zona de cuevas, rocas y canales para
aplicar lo aprendido. Me gustó mucho este buceo y contenta por mejorar y
dominar mi flotabilidad bajo el agua.
La inmersión nocturna fue ese
mismo día. A decir verdad, estaba un poco nerviosa. Era una de las inversiones
que tanto estaba esperando. La hice con Tommy, Sussy y el polaco, además de otras personas. Nos equipamos y esperamos en el
bote, en medio del mar, hasta que se hiciera de noche. Nos repartieron una linterna a cada uno y al agua patos.
Me resultó un poco agobiante que el grupo fuera tan grande y que estuviéramos todos apelotonados. Durante el buceo pude ver una morena verde, una tortuga que paso por encima de nuestras cabezas, muchas langostas y gambas, y peces nocturnos que tienes los ojos muy grandes. Intentaba hacer alguna foto pero era muy complicado. Tenía que estar con una mano sujetando la linterna y con la otra agarrando la cámara. Temía por mi vida. En una de estas selfies que me hago me choqué con una roca y ahí fue cuando decidí guardar la cámara.
Me resultó un poco agobiante que el grupo fuera tan grande y que estuviéramos todos apelotonados. Durante el buceo pude ver una morena verde, una tortuga que paso por encima de nuestras cabezas, muchas langostas y gambas, y peces nocturnos que tienes los ojos muy grandes. Intentaba hacer alguna foto pero era muy complicado. Tenía que estar con una mano sujetando la linterna y con la otra agarrando la cámara. Temía por mi vida. En una de estas selfies que me hago me choqué con una roca y ahí fue cuando decidí guardar la cámara.
Hubo un momento que el instructor nos indicó que nos sentáramos y tapáramos la luz de la linterna. Cuando estuvimos completamente a oscuras, todo el mar empezó a iluminarse. Collares de perlas flotando en el agua en todas las direcciones. Mirara a dónde mirase estaba rodeaba de esas líneas de luzcolgantes. No sentía tampoco la presencia de ninguno de mis compañeros, sólo la bioluminiscencia y yo, mágico. Diez o quizás quince minutos observando aquella belleza, con algunos otros seres bioluminiscentes que pasaban por delante de tus ojos, pequeños seres saltando de un lado a otro. Sólo decir que es la cosa más bonita que he visto en mi vida y el sentimiento de grandeza, de respeto hacia el mar que tantos secretos esconde.
Con este último buceo, superé mi curso de ADVANCED :-) junto a un nurseshark!
Pero aparte de bucear, en nuestro tiempo libre, dábamos tranquilos paseos por la isla...
...descubriendo playas preciosas, desiertas, de arena blanca con un azul impresionante típico del caribe…
… para descansar bajo la sombra de los cocoteros, con cuidado de nuestras cabezas...
...si teníamos sed, cogíamos un coco para beber, fácil...
Atardeceres rosados y tranquilos, sólo el sonido del mar...
Una tarde fui con Jorge a esta playa cubierta por un tipo hierba muy blandita..
...dónde andar por allí era un gustazo.
Sentir cómo tus pies se hundían en cada paso.
Uno de mis lugares favoritos sin duda.
...si teníamos sed, cogíamos un coco para beber, fácil...
Atardeceres rosados y tranquilos, sólo el sonido del mar...
Una tarde fui con Jorge a esta playa cubierta por un tipo hierba muy blandita..
...dónde andar por allí era un gustazo.
Sentir cómo tus pies se hundían en cada paso.
Uno de mis lugares favoritos sin duda.
Alguna noche la pasábamos jugando
a las cartas con reglas bastante complicadas pero entretenidos los juegos.
Bebiendo con la cáscara de mango un poco de ron caribeño para pasar el calor.
Otro día nos fuimos a un mirador.
Me dio bastante miedo subir por esas escaleras oxidadas debido al paso del
tiempo y las lluvias tropicales.
Pero una vez arriba, uno era capaz de ver toda la isla y sentir el fresquito de estar tan arriba. Se podía ver que la mayoría de árboles de la isla eran de mango.
La bajada no fue mejor...
Pero una vez arriba, uno era capaz de ver toda la isla y sentir el fresquito de estar tan arriba. Se podía ver que la mayoría de árboles de la isla eran de mango.
La bajada no fue mejor...
Una mañana hicimos un tour de
snorkeln.
Los fondos marinos son muy bonitos como era de esperar...
...llenos de vida y...
...color.
Pero nuestro guía era muy pesado. No paraba de molestar a los nursesharks (tiburón enfermera) y de ir muy rápido de un sitio para otro.
No estuvo mal, pero creo que lo hubiera disfrutado más sin guía. Al final del tour nos llevaron a una playa preciosa...
...dónde disfrutamos de un rico coco fresquito y de un refrescante baño con Sussy y Jorge.
Alguna noche salimos para tomar
algo en los baretos de aquí, dónde todo el mundo se conoce y todo el mundo sabe
lo que hace cada cual. En una isla tan pequeña, más pequeña que un pueblo,
todos los nuevos somos observados.
En la despedida de Tommy cenamos rondón, un plato riquísimo típico de la zona
del caribe. Consiste en una sopa hecha con leche de coco, pescado, langosta, gambas y
diversos tubérculos. Exquisita, sabrosa y contundente. Satisfecha.
También dábamos paseítos por el pequeño pueblo, dónde las bicis eran las reinas..
...donde las casitas seguían teniendo esos colores…
...desgastados por el tiempo...
...donde las casitas seguían teniendo esos colores…
...desgastados por el tiempo...
Bonitas flores…
El último día en esta islita lo
pasé un poco enferma, con mocos, ojos llorosos y dolor de garganta.
A pesar de ello fui a
bucear con Charlene y Jorge, una última vez por la mañana a un sitio dónde, quizás, se podíamos ver
tiburones martillo.
No vimos nada, salvo arena y rocas. No hubo mucha visibilidad, pero yo me sentía feliz dentro del agua. Flotando, respirando como si fuera pez, relajada y con la mente tranquila.
No vimos nada, salvo arena y rocas. No hubo mucha visibilidad, pero yo me sentía feliz dentro del agua. Flotando, respirando como si fuera pez, relajada y con la mente tranquila.
A la vuelta del buceo, me quedé
en el hostal recuperándome, todos se fueron a la playa, pero yo no me sentía como
para estar debajo del sol con este trancazo y encima después de haber buceado. Estuve con las chicas que trabajan
en la limpieza del hostal.
Me enseñaron algunas palabras en Miskito, uno de los
idiomas que se hablan por aquí. Se lee tal cual se escribe!! Es muy gracioso el
idioma, tiene cosas que se parecen al inglés.
Hola-naksa
Adios-aisabe
gracias-tinki pali,
¿cómo estás?-nakisma?
estoy bien, gracias-PAIN, tinki
pali
¿cómo te llamas?-man ninam dia?
mi nombre es Belen-yank nini
Belen
La gente de aquí me pareció más
simpática que en otros lugares de Nicaragua. Supongo que es porque están más
acostumbrados a los turistas. Una isla de 400 habitantes, alegre, paradisiaca…
no hay malos rollos y todos viven en armonía con el sol y el mar.
Pasaron cinco días y llegó el día en dejar la islita
para ir dos días en la grande con Jorge y Charlene. Fuimos a un bonito hostal
situado en un lugar tranquilo y residencial de la isla, dónde Charlene ya había estado.
Fue abierto en febrero por dos chilenas, aunque sólo tuve el placer de conocer a una de ellas, Antonia, psicóloga.
Cosas de la vida las llevaron a crear este precioso lugar. La oportunidad les llegó cuando estaban viajando por estos lugares. Pero ellas no solo se conforman con tener solo un hostal, sino que también ayudan a gente de los alrededores y pretenden hacer talleres con mujeres, niños y jóvenes con problemas.
Fue abierto en febrero por dos chilenas, aunque sólo tuve el placer de conocer a una de ellas, Antonia, psicóloga.
Cosas de la vida las llevaron a crear este precioso lugar. La oportunidad les llegó cuando estaban viajando por estos lugares. Pero ellas no solo se conforman con tener solo un hostal, sino que también ayudan a gente de los alrededores y pretenden hacer talleres con mujeres, niños y jóvenes con problemas.
El primer día en la isla grande,
Antonia nos recomendó ir a un lugar para comer.
Lo curioso de este sitio es que tenía un acuario “natural”.
No nos pareció muy bonito tener rocas puestas en la orilla de la playa y meter peces y peor aún tiburones.
El sitio era bonito, pero nos quedamos un poco locos con lo del acuario…
Lo curioso de este sitio es que tenía un acuario “natural”.
No nos pareció muy bonito tener rocas puestas en la orilla de la playa y meter peces y peor aún tiburones.
El sitio era bonito, pero nos quedamos un poco locos con lo del acuario…
El segundo día no pintaba muy
bien. Llovió bastante y nos costó encontrar un buen lugar para hacer snorkel
porque el mar estaba picado. El paseo, aun así, fue muy bonito con sus playas azules…
Casitas de colores…
Esta sería la casita de mis sueños :-)
Y a veces paseábamos por la única calle que rodeaba a la isla...
Si no mirabas hacia el lado de la playa, en el otro podías encontrar humedales y otras bonitas vistas...
Esta sería la casita de mis sueños :-)
Y a veces paseábamos por la única calle que rodeaba a la isla...
Si no mirabas hacia el lado de la playa, en el otro podías encontrar humedales y otras bonitas vistas...
Después de tanto andar elegimos este lugar para hacer snorkel y tomar un poco el sol después de la lluvia…
Cuando nos aburrimos de tanto
sol, Charlene nos llevó a una preciosa y rica panadería que ella ya conocía dónde nos
costó elegir que comernos….
Al día siguiente nos separamos de Charlene, ella cogió un vuelo. Su viaje continuará en Ometepe. La echaré de menos. Una chica muy simpática con las mismas dudas que yo respecto al futuro. Ojalá nuestros caminos se vuelvan a cruzar con nuevas perspectivas.
Jorge y yo nos cogimos el barco, dónde pasé cinco horas en la parte de arriba, pensando, cantando, durmiendo, comiendo algún mango que me daban los militares... El sol me quemó enterita, se puede decir que es la vez que más me he quemado. Tengo toda la marca en las piernas. Pero no importa... estoy roja, pero FELIZ.
Hicimos noche en la casa de Cecilia, dónde me quedé la otra vez en mi parada en Bluefields. Al día siguiente nos cogeríamos un bus a Managua dónde me separaría de Jorge. Él iba a Granada y yo a León. Jorge muy buen chico. Con él hablé mucho de mi vida, de política (¿yo?) y de otras cosas. También le echaré de menos. Aún le queda más de medio año de viaje al tío...
Estos cinco días en Little Corn y
dos en Big Corn Island conocí a gente maravillosa buceando, caminando,
comiendo, bailando y sacando fotos. Conversaciones intensas y sentimientos
compartidos con personas con las que te encuentras en el camino. Un tranquilo y
precioso lugar, tanto por fuera como por dentro, que no olvidaré fácilmente.Jorge y yo nos cogimos el barco, dónde pasé cinco horas en la parte de arriba, pensando, cantando, durmiendo, comiendo algún mango que me daban los militares... El sol me quemó enterita, se puede decir que es la vez que más me he quemado. Tengo toda la marca en las piernas. Pero no importa... estoy roja, pero FELIZ.
Hicimos noche en la casa de Cecilia, dónde me quedé la otra vez en mi parada en Bluefields. Al día siguiente nos cogeríamos un bus a Managua dónde me separaría de Jorge. Él iba a Granada y yo a León. Jorge muy buen chico. Con él hablé mucho de mi vida, de política (¿yo?) y de otras cosas. También le echaré de menos. Aún le queda más de medio año de viaje al tío...
Otra vez me dejas sin palabras, Belén.
ResponderEliminarEsas vivencias, además de sinceras, auténticas, y ser toda una hermosa experiencia, hacen sentir la naturaleza que disfrutas...
Me das envidia, pero poca....
¡¡¡ Bastimentos forever chucha !!!
Paco