sábado, 6 de mayo de 2017

Costa Rica 3a parte con muchos animalitos


Un día lluvioso aquel día que fui a recoger a mi tía al aeropuerto de San José (mi preferido y ya conocido lugar que tan poco me agrada). Llegué empapada pero con ganas de verla. Allí estaba esperándome, de mochilera...Nos fuimos en bus al centro y llegamos sin problemas al hostal que ya conocía.

Esa noche cenamos en un Argentino que la habían recomendado. Un sitio muy fino y delicado dónde disfrutamos de una exquisita cena y pudimos ponernos al día. No nos acostamos muy tarde porque al día siguiente iríamos a Tortugero. Nuestro primer destino.
Tortuguero
A orillas del mar Caribe se encuentra este místico lugar entre canales. Un sitio que alberga a gran parte de la biodiversidad de fauna y flora de Costa Rica. Para llegar allí es un poco complicado. Tienes dos opciones o avioneta o dos buses y una lancha. Nos decantamos por la segunda opción la más auténtica y aventurera.

Cogimos el primer bus en San José que nos llevó a Pavones. El siguiente bus salió con retraso porque el río estaba bajo y la panga (lancha) no iba a salir hasta que el río subiera un poco más. Tuvimos que esperar un par de horas.
Cuando por fin llegó nos llevaron al muelle para coger la panga.
La lancha que iba cargadita de gente se iba quedando atascada a ratos porque, era cierto, el nivel de río era bastante bajo y el motor tocaba el suelo, tanto que el botero pedía ayuda para empujarla.
El camino por el río Tortuguero y sus canales fue precioso. El verde intenso del paisaje te deslumbraba y ya podíamos disfrutar de los animalitos.
El botero se paró para mostrarnos un caimán baby y nos señaló, en multitud de ocasiones, a los lagartos verdes.
Después de tres horas a trompicones llegamos al muelle de Tortuguero. Un pueblo bastante tranquilo. Ahora estaba en temporada baja por lo que apenas había turistas.
La gente suele llegar en agosto /septiembre para ver el desove de la tortuga verde, carey y baula. Un espectáculo digno de ver. Algún día me gustaría ver ese gran acontecimiento único que nos ofrece la naturaleza.
Un grillo/saltamontes gigante nos dio la bienvenida!!!
La primera noche hicimos un tour nocturno bastante decepcionante. El guía hablaba únicamente de su gran experiencia con el jaguar y la tortuga. Nos contó que cuando las tortugas vienen a poner los huevos, los jaguares están al acecho para cazarlas. Para mover una tortuga de esas se necesitan al menos 5-7 personas. El jaguar con una garra las mata y se las lleva a su terreno que le sirve de alimento para un par de días. Él, una noche, pudo contemplar esta acción pasmado de miedo y excitado. Dicen que ver jaguares es fácil por aquí y que si te encuentras con uno de ellos no te va a hacer nada. Esta historia junto con el encuentro de alguna araña errante, lagartija, un perezoso en la copa de un árbol (bastante alejado para poder hacer foto) y la rana de ojos rojos, dormida, fue nuestra expedición. Sin más.
Al día siguiente hicimos el tour en canoa por los canales. Este sí mereció la pena.
El guía local, Víctor, nos iba contando sobre el Parque Nacional mientras remaba. Es un bosque secundario, lo que quiere decir que fue talado  y repoblado, por eso los árboles no tenían tan gran altura.
El camino por el río Tortuguero y los canales fue simplemente mágicoverde.
Acompañadas estábamos de monos araña que saltaban de árbol en árbol, y a lo lo lejos por el sonido de los aulladores que nos avisaban de próximas lluvias.
Nos hablaba de árboles y plantas. Curiosidades que me encantaba escuchar para seguir aprendiendo más y más sobre la naturaleza.

 Vimos basiliscos de tres crestas. Lagarto que parecía de plástico.
Caimanes asomando sus ojitos
Muchas aves, en especial patos aguja, secando sus alas o preparadas para cazar
Hubo un momento que sobre nuestras cabezas voló una pareja de lapas verdes, animal en peligro de extinción. Fue un gran momento. Nunca pensé que las llegaría a ver.

El camino de dos horas estaba llegando a su fin y el sonido de los aulldores cada vez era más fuerte. Las gotas de lluvia empezaban a caer y nos tuvimos que resguardar entre los árboles del canal..
Caía bien fuerte y cuando la cosa empezó a amainar pudimos llegar al muelle dónde volvió a caer una lluvia tropical brutal. Me quedé observando a los otros grupos que venían empapaditos...
Llegamos a las 9 a.m. al Hostal y allí, ya sin la lluvia, nos estaban esperando dos tucanes que posaron abiertamente al click de mi cámara..
Nos quedamos un rato en las cómodas hamacas descansando. Teníamos aún todo el día por delante porque el tour por canoa fue a las 6 am.
Fuimos a dar un paseo por la playa.
Allí mi tía se hizo amiga de unos niños
y conocimos a Berni. Un chico local con el que me bañé en la playa y de camino al pueblo escaló una palmera para cogernos unas pipas (cocos) fresquitas. Pobre Berni... le dejé plantado la última noche...
Aprovechando la entrada del Parque, fuimos a caminar por un sendero metido en el bosque que después transcurría paralelo a la playa. El camino nos lo mostró un bonito cangrejo azul..
Vimos monos araña saltar de árbol a árbol
Monos cariblanca que rompían palitos y nos lo tiraban. Muy malos...


Caminos frondosos con sonidos espectaculares.
De vuelta llevábamos un coco que prentendía abrir en el hostal, pero un chico que encontramos en el camino nos lo pudo abrir con el machete en un plis plas.
A la vuelta, Berni, nos mostró un lugar dónde encontrar la magestuosa Lapa Verde. Uno de los pájaros más bellos que he visto y que nunca pensé ver tan de cerca. Estoy haciendo un trabajo sobre él para mi último proyecto de mi viaje y fue toda una oportunidad poderla ver, en libertad, nada de jaulas. Su plumaje colorido y su envergadura con su fuerte pico negro, hacen de este pájaro uno de los más bellos del mundo. En peligro de extinción, aunque, en Tortuguero, la gente del pueblo les resulta fácil de ver porque a Lolo le salvaron de una muerte segura cuando se lo encontraron indefenso, casi muerto, caído de un nido. Ahora la gente de allí está intentando que se reinserte poco a poco para que encuentre una novia (o novio). Lolo se pasea por el pueblo libremente aprendiendo a buscar su alimento, el almendro de playa, aunque lo normal es el almendro de montaña, pero en este lugar no hay muchos de este tipo y se han acostumbrado al otro las lapas de aquí.
Esa misma tarde fuimos a pasear por el pueblo.
No entendí por qué había váteres por la calle.
Vimos una carrera de sacos con niños del pueblo. Uno se quedó desorientado, sin saber muy bien para dónde tirar...
Casitas de colores, como a mí me gustan...


NIños jugando felices a la pelota..
Y niñas haciendose peinados...
O columpiándose..
Todo era color aquí
Nos despedimos con una riquísima cena en el restaurante más antiguo del lugar, situado en una finca con un montón de árboles de Jackfruit. Qué pena que no estuvieran maduros!! 

De todas formas, durante nuestro tiempo en Tortuguero pude disfrutas de ricos zumos naturales: papaya, vegetal y de frutos rojos.

El camino en panga de vuelta al día siguiente duró como unas tres horas. No dejó de ser sorprendente. Un paseo viendo los ojos de los caimanes asomarse a ras del río, los monos araña saltando de árbol a árbol y la brisilla que corría era de agradecer. Viendo las garzas alimentarse y secándose a los rayos de sol. Un lugar sin duda que llevaré en mi recuerdo. Gran lugar para la observación de animales y quedarse tonta viendo el verde que adorna a este precioso lugar.
(...y nada de filtros ehhh)


Punta Uva y mi querida rana de ojos rojos me vino a buscar
En Moín nos dejó la lancha de Tortuguero y allí cogimos un bus que nos estaba esperando para llevarnos derechas a Punta Uva, nuestro siguiente destino, el mejor.

Aquí nos quedamos en una cabaña ubicada en medio de la selva, dónde según dicen, habitan unos seres diminutos, los korrigans. Estos duendecitos salen con el último rayo de sol y vuelven a sus madrigueras con el primero. Si no se dan prisa se convierten en piedra. Algunos tienen suerte, otros, por fortuna la nuestra no, y pudimos ver a algo petrificado en los confines del lugar!
He de decir que la cabañita dónde nos quedamos, con todo lujo de detalles, era ideal y el desayuno ni te cuento. Aquí la música era el sonido de los monos aulladores, los tucanes, los grillos, los pájaros, las ranas... Toda una sinfonía para nuestros oídos.

La primera noche nos quiso atacar un amantis religiosa que estaba un poco alterada por nuestra llegada... Hacía movimientos de boxeador con sus patas.
Aquí pudimos ver a la bellísima, espectacular, hermosa, magnífica, increíble, mi favorita... RANA DE OJOS ROJOS. La hembra más ancha y con los ojos oscuros se encontraba delante de nuestra cabaña (izquierda). La pudimos ver de casualidad una mañana, buscando al macho (derecha), más estilizado, fino y con esos ojos rojos. Se encontraba en una charca a escasos metros. Allí topamos con él una noche, protegiendo a los huevos. Como podéis imaginar, hice todo un book con estas ranas y he seleccionado sólo dos. Es espectacular el color que tiene, las ancas naranjas, con el torso azul con líneas amarillas. Es increíble. Soy tan feliz de poder verla... tan de cerca!!! Tuvimos la suerte de verlas las tres noches que nos quedamos. Ya puedo decir que conozco el sonido que emiten. Así la próxima vez que la escuche podré ir en su búsqueda… Esto es Costa Rica...PURA VIDA.
En nuestra expedición bucando las ranitas nos topamos con un polluelo resguardado entre las hojas.
Cerca de las cabañas de los Korrigans hay varias playas y pasamos toda una mañana por estos lugares.
Llena de gente local y algún turis. Disfrutando del día del trabajo. Nos terminamos quemando por el intenso sol que había aquella mañana.
Niños jugando sin estar hipnotizados por una pantalla de móvil. Disfrutando de un magnífico día.
Felices los peladitos...
Allí, muy cerca de la playa, un chico de una tienda de buceo, Osvaldo, nos enseñó a un perezoso bebé entre las ramas de una palmera!!! Tan bonito y pequeñito que nos costó irnos. Con mi tía estoy teniendo bastante suerte con el tema de los animales. No había visto tanto animalito en todo mi viaje hasta que ella llegó. Estamos muy contentas y mi tía pudo encontrarse con el perezoso, al que tenía muchas ganas de ver... Este era de tres garras.
Intentamos hacer un poco de snorkel en la primera playa, pero ya nos advirtió el chico de la tienda de buceo que no habría muy buena visibilidad. Así que atravesamos Punta Uva...
Un caminito bastante empinado, dónde pudimos disfrutar de unas vistas hacia al horizonte.
Y de poder ver una serpiente, la Bejuquilla Café.
En la playa de al lado, Arrecife, pudimos hacer un mejor snorkel, aunque nada que ver con el de Bastimentos. Apenas había coral, mucho cerebro y pocas esponjas y la visibilidad no era la mejor. Mucha corriente.. acabé con las piernas arañadas por el roce de las rocas y demás.
Esa misma noche nos fuimos a cenar a Manzanillo, un pequeño pueblo de pescadores. Nos llevaron en TUC TUC. Un paseo bastante agradable disfrutando del aire fresco y limpio que se respira. Allí fuimos al bar de Pepi, un señor que conocí cuando vino Nacho, para que nos recogiera en barca al día siguiente y comernos un riquísimo pescado que hacen allí.
Al día siguiente nos levantamos pronto y fuimos de nuevo a Manzanillo (mi lugar favorito de Costa Rica, por cierto). Quería que mi tía conociera un camino espectacular, que ya hice con Nacho and Co.

Eran las 6 am. No había gente cuando llegamos. Tampoco suele haberla porque este lugar tampoco es tan turístico. La gente cuando viene al Caribe de Costa Rica, suele ir a Puerto Viejo, abarrotado todos los meses del año. Comenzamos el camino. 
Las vistas hacia la costa, preciosas..
El pronóstico del tiempo daba alguna lluvia. Nosotras confiábamos en no escuchar a los monos aulladores, los cuales daban la señal de agua. Fueron 8 km-4 h por caminos que tenía aún en el recuerdo. Me iban sonando árboles, ramas, vistas…
Pero a las dos horas andando, me sentía perdida. El camino no era conocido y había muchas desviaciones.
No teníamos móvil para orientarnos, así que retrocedimos y seguimos andando por la costa. Al rato ya me reorienté y pudimos seguir el camino de cintas naranjas que hay a mitad del sendero, colocadas para evitar pérdidas, porque a los 4-5 km, sí es más fácil perderse. Mi tía caminó como una campeona. No lo dudé en ningún momento. Por suerte no hacía sol. La última vez el sol fue horrible. Por nuestro camino nos encontramos ranitas rojas minúsculas, ya las conocía. Venenosas.
Una mariposa se posó delante de mi objetivo. La hice una foto y por error al hacer la segunda me saltó el flash. Curioso, no?
El camino estaba lleno de cangrejos azules...
Al final nos acabó lloviendo, lo aulladores nos avisaron, nunca fallan. Teníamos que darnos prisa porque aullaban con fuerza, pronóstico de un buen chaparrón. 

Llegamos a Punta Mona, empapadas. Un lugar desconocido para muchos. Fue ocupado por un grupo de soñadores para convivir en armonía con la naturaleza. Al principio pensaba que era un simple eco-hotel, pero lejos de esto se encuentran más de 35 hectáreas llenas de vida con un proyecto hermoso que nació en 1997, cuando Stephen Brooks decidió comprar este terreno habitado únicamente por Padí, un caribeño muy conocido, con una vida peculiar.
Esta finca fue creada para mostrar a los estudiantes y a la gente que la visita la realidad ecológica que vive el mundo y lo que podemos hacer para cambiarla. Punta Mona es una finca orgánica que vive bajo el  concepto de Permacultura que pretende imitar los patrones de la naturaleza: producir el máximo de recursos con la menor energía. 

La palabra permacultura significa cultura o agricultura permanente, este concepto fue desarrollado por los australianos David Holmgren y Bill Mollison. Es un estilo de vida que abarca la alimentación, producción, refugio.. que es posible aplicarlo tanto a la ciudad más artifical al bosque más espeso.

Las construcciones de este lugar fueran hechas con madera de árboles caídos (fotos en el post de Costa Rica parte 1). La energía que se consume es gracias a paneles solares y el gas de la cocina es suministrado por un biogestor (los desechos sépticos son convertidos en metano) y lo que no se usa para esto se utiliza como abono, cerrando un ciclo: comemos, desechos, abono, plantas crecen, dan frutos, comemos... Recogen el agua de la lluvia para usarla, beberla, libre de contaminantes. Internet vía satélite solar de potencia, que no se muy bien cómo funciona eso…

Su principio básico es el de trabajar con la naturaleza (no contra ella). Aprovechar la tierra, los microclimas que se crean, los animales, las plantas, agua, la caca… todo está conectado.

Las personas que conviven en Punta Mona son estudiantes, voluntarios y turistas de todo el mundo que buscan aprender de premacultura, convivencia y eco-tecnología. Yo, una de ellas, me llevé algo muy hermoso, que quizás, algún día, en algún lugar… quién sabe… sería muy bonito poder vivir así. 

Cuando conocí mejor este lugar me enamoré más de lo que ya lo estaba cuando lo vi por primera vez, por eso volví.

Gracias a Lala, de Guatemala, que vive aquí desde hace dos años, pudimos descubrir los secretos de estos jardines llenos de vida. Lala nos enseñó toda la finca. Nos habló de todas las plantitas con sus usos medicinales, las flores, los árboles…
En esta foto se encuentra la Chancapiedra (arriba a la derecha), una planta medicinal para los que padecen de piedras en el riñón y la Gotu Kola (abajo a la derecha) para la memoria. Ambas plantas tienen su similitud a piedras (de riñón) y a un cerebro. Por ello es fácil identificarlas. También nos mostró los cacahuetes (arriba a la izquierda) y la pimienta (abajo a la izquierda).
Nos enseñó la planta de Ayahuasca (a la derecha) y coca (a la izquierda) que antiguamente se usaban como plantas medicinales.
Champú natural para el pelo…
El achiote, parecido al azafrán, un colorante natural. Fruto espectacular.
Y esta flor, Ylang-Ylang o flor de Cananga, de dónde se extrae la esencia del perfume Chanel nº5 (derecha), su aroma lo decía todo y por el contrario la del pachuli (izquierda).
Lala nos mostró la hoja con la que se fabrica el típico sombrero de Panamá, abriendo una de sus hojas no abiertas.
También nos dio de probar la llamada Fruta Milagrosa (roja), que convierte todo lo que tomes, ya sea amargo, salado o ácido, en dulce. Para comprobarlo nos dio de probar un fruto bastante ácido (el verde). A continuación nos comimos la fruta milagros y volvimos a comer el fruto verde y ahora tenía un rico dulce sabor. El resto del camino fuimos comiendo hojas que Lala nos iba dando, que ya habíamos probado con un sabor amargo, ahora eran dulces. Exquisito, milagroso!!!
Nos encontramos este reptil por nuestro recorrido, llamado Perro Sompopo. Mimetizado. Cuando llegamos era marrón, después se coloreó de verde.
Para despedirnos, nos llevó a uno de sus sitios preferidos. Un lago dónde te puedes dar un baño de barro rico y nutritivo. 
Punta Mona posee una de las más grandes colecciones de frutas, flores y semillas. Más de 200 especies de todo el mundo que Stephen ha ido coleccionando. Lala nos mostró prácticamente todo lo que había. Fui anotando todo lo que decía y fotografiando todas las frutas, hierbas, árboles...demasiado para colocar en este post, tendría que hacer uno exclusivo de esto.

Nos contaba que todas las plantas están dispuesta para ayudarse unas a otras. La gente puede auto sostenerse con un 80 % de lo que se produce en esta finca. Pero existe un problema de clima aquí. Al ser muy húmedo no se pueden cosechar muchos vegetales y frutas. Ellos fieles a sus principios compran en un Comercio Alternativo, libre de pesticidas y químicos.

Nos prepararon una deliciosa comida orgánica con alimentos de la finca. Mientras llovía... 
Los trabajadores y voluntarios estaban felices de la lluvia, pues hacía semanas que no llovía tanto como este día y la tierra lo echaba en falta. Aquí una de las chicas que trabaja cortando un enorme y sabroso Jackfruit...ñammmm
Antes de sentarnos a comer hicimos un círculo para agradecer a la Madre Tierra la abundancia y variedad. 
Pasamos un bonito día aprendiendo y disfrutando de lo que Punta Mona puede ofrecer al mundo. Volvimos a Manzanillo con la barca de Pepi y uno de sus hijos, junto con una voluntaria que pasó un bonito mes allí y una de las chicas que trabaja.
Nos quedamos en Manzanillo una hora esperando al autobús de vuelta a nuestra cabañita. Allí disfrutamos del atardecer, de la tranquilidad de Manzanillo y de sus niños curiosos, todos hijos de Pepi (y faltaban algunos más).




A la mañana siguiente nos despedimos de los dueños del hostal, unos alemanes muy simpáticos que me ofrecieron trabajo de voluntaria allí. Si mi viaje hubiera comenzado allí… me habría quedado con los ojos cerrados un mes en este lugar tan especial. Me han dejado las puertas abiertas.

Adiós rana de ojos rojos... no sé si te volveré  ver!!!!
Cogimos varios autobuses hacia Manuel Antonio, en el Pacífico. Tuvimos bastantes complicaciones porque perdimos el bus en cuestión, pero llegamos. La suerte estaba con nosotras. En menos de 10 horas cruzamos el país.

Manuel Antonio
Aquí se encuentra uno de los parques nacionales más bonitos de Costa Rica o eso dicen. En este pueblo únicamente pasamos un día y dos noches para poder visitar el parque.

El pueblo en cuestión únicamente tiene hoteles, spas y hostales. El atractivo turístico es el Parque Nacional con muchas restricciones a la hora de entrar. Muy turístico dónde los guías iban con sus grandes prismáticos para enseñar la alejada fauna fuera del alcance de la vista. Nosotras no contratamos ningún servicio.


Caminamos por sus anchos senderos, cosa que no nos gustó del todo. Estaba todo preparado para el turista, AVENTURA NO ERA.
Pudimos ver numerosos lagartos tomando el sol o escondidos entre las ramas secas.
Y muchos cangrejos. Aquí era morados, naranjas y rojos.
Vimos monos capuchinos, los cariblancos. Ya les conocíamos. Se acercaban sin miedo a nosotras esperando encontrar algo en nuestras mochilas. Mi tía la tenía un poco abierta y uno de ellos quiso robarla un plátano. Yo le aparté y nos atacó. No nos hizo nada, pero sacó los colmillos sin miedo y nos arañó, suavemente, con sus manos casi humanas.
Muchos perezosos colgados de los altos árboles, que sólo los que tenían prismáticos podían ver con claridad. Pero nos daba igual, ya vimos uno bebé de cerca.
Las Playas de Manuel Antonio, unas de las más bellas.
Azules, en un entorno verde, con arenas finas y blancas, dónde pudimos disfrutar de un refrescante baño con el movimiento de las olas que nos arrastraba hacia la orillas.
Allí pudimos ver cómo un tímido mapache intentaba robar algo de la mochila de una pareja, sin éxito.
Los senderos con numerosas cuestas y escaleras de madera nos hacían sudar. Vimos a un venado disfrutar de una rica sombrita.
Nosotras tuvimos que ir a una cascada dónde me pegué una buena ducha fría, tal cual. Me sentó de lujo.
Después de pasar unas cuantas horas en el Parque Nacional, salimos.
Allí nos esperaba una enorme iguana. Una más del entorno, en la zona del parking, chula. No tenía intención de dejar su plaza.
Nosotras nos fuimos a tomar un refrigerio acompañadas de una grande y preciosa mariposa que estaba ejerciendo su trabajo de polinización.
Esa noche fuimos a dar una vuelta por Quepos. Un pueblecito a 5 km de Manuel Antonio, dónde disfrutamos del atardecer, una rica mariscada y ceviche para despedirnos después de este estupendo viaje que hemos compartido juntas.
Te echaré de menos MARISA, seguiremos compartiendo muchos viajes juntas. Te quiero.
Ahora empiezo una nueva etapa. En unas horas cojo un bus hacia Nicaragua. No sé lo que me deparará. Mi viaje se está terminando... dos meses y medio me quedan... ya tengo que ir pensando en comprar el billete de vuelta. NO QUIEROOOO. Todo es tan bonito aquí... El tiempo pasa muy rápido...

1 comentario:

  1. El famoso lapa verde. Por lo que me han dicho vive a cuerpo de rey en Tortuguero. Un saludo Belén, próxima parada Nicaragua

    ResponderEliminar