Este archipiélago fue visitado
por Cristóbal Colón el 6 de octubre de 1502 en su cuarto y último viaje. Llegó
con sus carabelas a Almirante (dónde yo
cogí el primer taxibote), se abasteció de alimentos en la isla de Bastimentos
(dónde viví) y reparó la carenera de una de sus naves en la isla de
Carenero (dónde hice mi primera escapada después de las lluvias). La isla
principal, llamada Colón, es en honor a su nombre. Un dato curioso…
El camino hacia Bocas ya me
resultaba familiar. Cogí el bus en David y atravesé, de nuevo, las montañas.
Llegué a Almirante y cogí un taxibote que me llevó a Isla Colón. Un paseo
agradable de unos veinte minutos, dónde me esperaba Charlot, amiga del colegio
y a la que tenía muchísimas ganas de ver.
Dimos una vuelta para que viera
como era el pueblo de la isla.
Mucha gente afrocaribeña y turistas. Carlota conocía a todo el mundo y me presentó, poco a poco, a su círculo más cercano. Me hablaba de muchas personas, que, día tras día iba a ir conociendo. Después de comer un plato de arroz con pollo y frijoles, comida típica en este país, cogimos otro taxibote, hacia la isla dónde viviría un mes: Bastimentos. Una isla sin coches, menos turistas y más salvaje, como a mí me gusta.
Me enseñó el Hostal Bastimentos dónde iba a hacer el voluntariado. ¿Bonito, eh?
Mucha gente afrocaribeña y turistas. Carlota conocía a todo el mundo y me presentó, poco a poco, a su círculo más cercano. Me hablaba de muchas personas, que, día tras día iba a ir conociendo. Después de comer un plato de arroz con pollo y frijoles, comida típica en este país, cogimos otro taxibote, hacia la isla dónde viviría un mes: Bastimentos. Una isla sin coches, menos turistas y más salvaje, como a mí me gusta.
Me enseñó el Hostal Bastimentos dónde iba a hacer el voluntariado. ¿Bonito, eh?
Conocí a
Marta y Juba, una pareja que encontró su amor aquí y que ahora trabajan en el
hostal desde hace algún tiempo. También había otro voluntario, Jorge, amante de
la langosta y las olas, un señor de unos sesenta años, pero para nada los
aparentaba. Con un estilo y modo de vida muy interesante. Me contaban que hacía
tours muy bonitos con el kayak. Un día nos fuimos Carlota y yo con los kayaks
para recorrer lo que Jorge hace. Un camino tranquilo por el azul, pudiendo ver,
a través del agua, el fondo marino con sus preciosos corales y esponjas (nos
olvidamos las máscaras). Nos metimos con los kayaks por un túnel creado por los
manglares, único árbol que crece en agua salada. Un lugar tranquilo y especial.
Una tarde fui a snorkear por esa
zona, me quedé con la curiosidad. NICE!
En el hostal hay dos perros, uno
se llama Comotu y el otro Clio. Cuando les pregunté el nombre de Comotu me quedé pillada. A veces venía otro
que se llamaba Ey. Nombres puestos por el dueño de todo esto, Enrique, al que
todos llaman Yamm (Yann, Jamm, no sé cómo se escribe). Alguna noche se venía a
la zona común, dónde nos solíamos poner Marta, Juba, Carlota y yo, antes de que se llenara de pulgas, y escuchábamos con
atención las historias sobre la gente del pueblo, de espíritus, de serpientes, de
muertes, escalofríos, tesoros escondidos y piratas.
El Hostal, el más antiguo de la
isla, fue construido por Enrique, con maderas del programa Supervivientes. Él
fue contratado para la organización y pudo dar trabajo a mucha gente del pueblo. Los primeros programas se hicieron en Bastimentos, en Cayo Zapatilla. Nos contaba historias bastante graciosas
sobre esto.
Al lado del Hostal, en una casita
de madera azul, vivía Zuly con sus tres niños, una gran amiga de Carlota. Una
chica alegre, inteligente, graciosa y con energía para dar y tomar. Trabaja en
una escuela de verano con niños de Basti.
Les ayuda con las actividades del
colegio, pero muchos de ellos no saben leer, ni escribir, así que también hace
de maestra. Zuly lucha todos los días para que las familiar de los peladitos
(niños) hagan las tareas y tengan interés por aprender. El problema es que a la mayoría de los padres les da igual si su hijo estudia o no. La manera que tienen de estudiar es que les repiten la lección en voz alta 5 765 veces y ellos lo tienen que repetir de memoria sin entender nada, ni si quiera pueden leerlo. Zuly ha intentado hablar con ellos, pero no
tienen interés, no saben escuchar y no les importa el futuro de sus hijos.
Algún día tuve el placer de ayudarla haciendo algún experimento facilón. Los peladitos estaban nerviosos porque una persona nueva llegaba a la escuela. Había muchos y estaban intrigados por lo que iba a pasar aquella tarde. Tuve que pensar “experimentos baratos”. Uno de ellos fue poner una vela pegada a un plato con un poco de agua y pedí voluntarios. Todos querían. Al poner el vaso sobre el plato, observaron que la llama se apagó y el agua pasó de estar dentro del vaso. Algunos supieron el por qué. Hinchamos globos para hacer flotar una cinta de bolsa de basura, pero al frotar el globo no cargaba así que ese experimento falló, los globos están hechos de otro material. Pero aprovechando los globos hinchados pusimos un celo en el extremo y con un alfiler pedí que lo pincharan. Ninguno se atrevía porque pensaban que iba a hacer BOOM. Cuando hice la demostración todos querían intentarlo. Estaban curiosos y contentos. El último juego-experimento fue poner una lata dentro de una taza que al soplar, con la fuerza del aire, hiciera que la lata saliera de dentro de la taza. Ese es el que más gracia les hizo y hacían continuamente una fila para poder soplar. Fue una experiencia bastante gratificante hacer actividades con los niños de Basti. Zuly se quedó muy contenta y los niños los siguientes días me preguntaban por cuándo volvería a hacer más. Ahora todos los niños me conocían.
Algún día tuve el placer de ayudarla haciendo algún experimento facilón. Los peladitos estaban nerviosos porque una persona nueva llegaba a la escuela. Había muchos y estaban intrigados por lo que iba a pasar aquella tarde. Tuve que pensar “experimentos baratos”. Uno de ellos fue poner una vela pegada a un plato con un poco de agua y pedí voluntarios. Todos querían. Al poner el vaso sobre el plato, observaron que la llama se apagó y el agua pasó de estar dentro del vaso. Algunos supieron el por qué. Hinchamos globos para hacer flotar una cinta de bolsa de basura, pero al frotar el globo no cargaba así que ese experimento falló, los globos están hechos de otro material. Pero aprovechando los globos hinchados pusimos un celo en el extremo y con un alfiler pedí que lo pincharan. Ninguno se atrevía porque pensaban que iba a hacer BOOM. Cuando hice la demostración todos querían intentarlo. Estaban curiosos y contentos. El último juego-experimento fue poner una lata dentro de una taza que al soplar, con la fuerza del aire, hiciera que la lata saliera de dentro de la taza. Ese es el que más gracia les hizo y hacían continuamente una fila para poder soplar. Fue una experiencia bastante gratificante hacer actividades con los niños de Basti. Zuly se quedó muy contenta y los niños los siguientes días me preguntaban por cuándo volvería a hacer más. Ahora todos los niños me conocían.
En la casa de Zyky estuvo viviendo
unas semanas, Roxy, una panameña super loca, con su hija, que siempre que te
veía tenía un lío que contarte, siempre referido a un chico. Cuando te encontraba por la calle decía: “Mana Mana, no sabes lo
que me pasó ayer!!!” Y te contaba una larguísima historia...
Old Bank es la parte más habitada
de Bastimentos, una pequeña calle, con una población como la de un pequeño pueblo se tratara. Un pueblecito pequeño
dónde todo el mundo se conoce Y TE CONOCE. El resto de la isla, que no es pequeña, se
compone de selva y alguna que otra
comunidad indígena.
Hay muchos niños y niñas jugando
a la pelota, rastas que te miran y te dicen “qué sopá”, muchos perros y
gallinas, mujeres haciendo trencitas a sus hijas y siempre, música. Las casitas
de madera con sus bonitos colores hacían que este lugar fuera ideal para pasar
aquí un largo tiempo.
Y por si fuera poco, detrás del pueblo, puedes dar una
vuelta muy agradable por medio de la jungla hasta Up in the Hill y Coco Hill. Sin
miedo de ningún peligro porque aquí, en la isla, no hay ningún animal o insecto
que te pueda matar.
Los lugareños hablan un idioma bastante gracioso, el Guari Guari. Es una mezcla entre inglés y español cambiando, además, el sonido de algunas vocales. Escuchar a la gente hablar es una experiencia. Es en el único sitio que se habla y mucha gente, ignorante, piensa que hablan mal el inglés. Este idioma proviene del patuá, hablado en Jamaica.
Aprendí por qué dicen: “¿Qué sopá?” viene de “¿qué pasó?”. Hay muchas palabras a las que les dan la vuelta y se comen las letras finales, como “¡Qué Mop!” es “¡Qué primo! (de primo, mopri, mop). Tienen expresiones como: “te waiteo” que viene de “wait” en inglés, esperar, o “voy a hacer un camaroncito” que significa “voy a hacer un trabajito” del inglés “come around” cuando los gringos llamaban a los empleados. Y alguna expresión más que se me ha ido olvidando. Por cierto, ya me explicaron de dónde viene la palabra gringo. En los batallones de Estados Unidos se identificaban por medio de colores. Estaba el batallón blue, el red, el green, entre otros. En el campo de batalla el comandante del batallón americano, que iba de verde, gritaba: "GREEN GO, GREEN GO, GREEN GO!", exigiendo a su batallón que avanzara. Los mexicanos imitaron burlonamente el grito del comandante y le diero el sobrenombre de "GRINGO" a su enemigos.
(((((Pero como en todos los lugares, nada es perfecto. El turista sólo ve lo bonito, pero cuando pasas mucho tiempo en un sitio no sólo ves las playas paradisiacas, las palmeritas, el mar con aguas turquesas… Hay un gran problema con la basura que llega a estas islas. No solo de la gente irrespetuosa que tira sus desperdicios a la calle, también existe una falta de conciencia por parte de la población y, por supuesto, de TODO EL MUNDO. Grandes cantidades de basura llegan con las mareas a las costas de estas islas, destruyendo el ecosistema. Hay algunas personas que intenta limpiar, pero a la semana vuelve a estar igual. El problema real es que no hay una gestión de la basura. La gente no tiene dinero para pagar a un barco que venga a recogerla, entonces, la queman. Cosa que tampoco está bien para el medio ambiente. Es como la pescadilla que se muerde la cola. Sólo es un pequeño paréntesis))))))
Juba me enseñó a abrir cocos. Un día nos fuimos todos a dar una vuelta y nos topamos con un coco listo. Me mostró qué tenía que hacer para quitarle la corteza, pero al final tuvo él que hacer los honores porque me resultaba imposible quitar ni un trocito de aquella dura corteza. Una vez que se quita un poco, ya es más fácil para abrirlo. Al día siguiente me fui a buscar otro y terminé abriéndolo con un martillo, es complicado. En otra ocasión, Robertilla, la mujer que limpia por el hostal, con el domino que tiene del machete, me lo abrió. Se reía de mi manera de abrir cocos a base de martillazos.
Me he pasado todo un mes comiendo cocos. Simplemente me tenía que dar una vuelta por detrás de hostal para encontrarlos. Hay varias fases y tipos de coco/pipas. Los más verdes prácticamente sólo tienen agua, los amarillos tienen una capita de carne gelatinosa muy finita que puedes quitar con una cucharita y los marrones, más maduros, son los que tienen menos agua y una gruesa capa de carne de coco, pero luego hay otros. Marta me contó que había una fase del coco en la que todo el agua se consume y queda en su interior una especie de esponja dulce. Esto lo tenía que probar, así que me fui en su búsqueda. Encontré uno de esos cocos especiales y lo abrimos, son a lo que le sale la raíz y la hoja. El sabor de aquello esponjoso no era muy dulce y no me gustó demasiado. Quitando esa parte “esponjosa” quedaba, cubriendo la carne de coco, una película aceitosa, que es lo que se conoce como aceite de coco, nada que ver con el aceite de coco BIO que venden en Europa. El sabor y olor del aceite es más fuerte y este sí que era bio bio. Lo usaba para todo, para el cuerpo, los dientes, cocinar…
Marta me explicaba muchas cosas
sobre plantas y frutas. Con ella descubrí la Jackfruit, una fruta muy extraña
por fuera que por dentro esconde unas frutitas de color naranjas y dulces,
riquísimas. Aprovechando el todo de esta fruta, las semillas se cuecen y se
pueden consumir como un fruto seco. En la nevera siempre había una Jack Fruit, mmmmm. También
me mostró una planta roja que se usa como colirio natural. Al apretarlo sale un
liquidito transparente. Me habló también del noni, fruta de olor y sabor muy pero que muy fuerte, como a queso parmesano, no creo que nadie que no sepa lo que es la
quiera consumir por gusto. Muy poca gente de aquí la toma, otra gente como
Jorge y Zuly sí debido a sus grandes propiedades. Dejo un enlace para los
interesados: https://www.lifeder.com/beneficios-del-noni/
Marta me dijo que la que no estuviera madura la pusiera a fermentar en un tarro
de cristal. Me lo quería llevar, pero como al fermentar eso libera gases, me imaginé la botella reventada dentro de mochila y oliendo a noni todo el día... así que se la regalé a Marta.
Los primeros días no me
moví mucho por aquí porque, aunque parezca mentira, llovía bastante. Daba
paseos cortos por el pueblo y por la
parte de detrás del hostal. Un camino tipo jungla que lleva a una colina con
plataneros.
Allí me encontré a la Red
Frog, la rana típica de Bastimentos, pequeñita, del tamaño de una uña,
nerviosa y hermosa con sus puntos negros sobre su cuerpo rojo. Había bastantes
ranitas saltando de hoja en hoja y trepando por el tronco del árbol. Esta ranita es un dendrobates pumilio, es decir, venenosa. Su color llamativo es,
precisamente, para advertir a los otros de que es intocable y que no es comida.
Esto era bien conocido por los pueblos indígenas y la utilizaban, como otras
ranas, para impregnar de neurotoxinas las puntas de sus flechas para cazar o
para luchar contras sus enemigos. La justa cantidad de veneno podía provocar
una parada cardiorespiratoria y una muerte segura.
Uno de esos días lluviosos que estuve en el hostal, Carlota nos llamó
diciendo que había una rana muy chula en la recepción. Fui intrigada, para ver
de qué se trataba y era ella, la rana de los ojos rojos!!! Allí estaba, tímida,
apunto de dormirse. Aproveché para hacerla unas fotitos. La molesté un poco,
pero tenía que verla desde todos los ángulos y disfrutar de aquella preciosa
rana. Son impresionantes los ojos de esta rana cuando se duerme. Es como una
red metálica. Fue muy bonito encontrarla tan pronto. Curiosa rana. A pesar de
que contiene toxinas no son consideradas venenosas. Puede parecer eso, al tener
estos colores tan llamativos, pero sólo es usado para asustar a sus
depredadores abriendo sus grandes ojos rojos y saltones. Éstas no es tan en
peligro de extinción, pero la reducción de su hábitat hace que poco a poco se
encuentren menos. Se consideran un indicativo ambiental.
Uno de estos días que dejó de
llover, porque estuvo casi una semana lloviendo, me fui sola a Carenero para aprovechar el día. Una isla bastante
pequeña a cinco minutos de Bastimentos en taxibote. El mar estaba muy movido y
poco cristalino por la lluvia, pero eso no me permitió no darme mi primer chapuzón en las aguas azules caribeñas.
Me dijeron que se podía dar la vuelta a esta pequeña
isla. Lo intenté pero el camino se iba poniendo muy difícil. A mi derecha se
encontraba el mar Caribe con sus grandes palmeras, cocos por el suelo y caminos
de coral, rocas y algas. A mi izquierda, la jungla, árboles con unas raíces
impresionantes, que ya no tenían espacio bajo la tierra.
Llegué hasta un acantilado dónde las olas rompían con fuerza y a lo lejos se podían ver a los surfistas. A mi vuelta, por el mismo camino, unas chicas estaban gritando por una preciosa, verde, alargada y fina serpiente que no dudé en fotografiar, siempre con cuidado.
También me encontré a Anna, la chica que conocí en Boquete y que ahora está en Bastimentos de voluntaria en un hostal. Me dio tiempo a visitar a Eduardo, un rastas que conocí en Boquete. Tiene una preciosa casita en el muelle de esta isla con su jardincito sobre el mar y su pista de skate. Él estaba con un amigo que venía de visita desde la India, Swan, dónde vivió más de 10 años. Panameño que anda viajando por el mundo con su filosofía de vida, sus clases de yoga y que le reclaman por todos los lados. Un hombre muy interesante con el que tuve una larga conversación acerca de la vida, los peligros y la belleza del planeta.
Llegué hasta un acantilado dónde las olas rompían con fuerza y a lo lejos se podían ver a los surfistas. A mi vuelta, por el mismo camino, unas chicas estaban gritando por una preciosa, verde, alargada y fina serpiente que no dudé en fotografiar, siempre con cuidado.
También me encontré a Anna, la chica que conocí en Boquete y que ahora está en Bastimentos de voluntaria en un hostal. Me dio tiempo a visitar a Eduardo, un rastas que conocí en Boquete. Tiene una preciosa casita en el muelle de esta isla con su jardincito sobre el mar y su pista de skate. Él estaba con un amigo que venía de visita desde la India, Swan, dónde vivió más de 10 años. Panameño que anda viajando por el mundo con su filosofía de vida, sus clases de yoga y que le reclaman por todos los lados. Un hombre muy interesante con el que tuve una larga conversación acerca de la vida, los peligros y la belleza del planeta.
Carlota me llevó al Bambuda, un
hostal increíble en la Isla Solarte, de los mismos dueños del castillo al que
fui en Boquete con Jacuzzi. El paseo en botetaxi entre los manglares, el azul
del mar y la brisilla nos conducían a aquel pequeño paraíso escondido entre palmeras.
Allí se encuentra trabajando Amalia, una buena amiga de Carlota panameña. De primeras el hostal tenía un tobogán que te lanzaba, literalmente, al mar, muy divertido. Estuvimos tomando un cocktel, relajándonos, mientras tomábamos el sol y escuchábamos música. Dimos una vuelta por la zona y comimos unos burritos.
Después nos fuimos a hacer snorkel. Un sitio lleno de estrellas de mar, algún pececito, pero, sobre todo, un paisaje marino decorado de un precioso coral con gran cantidad de colores: amarillos, rosas, verdes, rojos, azules… algas con formas de setillas.
Después de nuestra actividad acuática, estuvimos descansando en unas redes colgantes cerca de la piscina con vistas al mar con otro rico cocktel, Esto era mi primer lujo en lo que llevo de viaje.
Al atardecer cogimos una red de esas flotantes. Amalia, Carlota y un compañero de Amalia, descansamos, mirando la luna llena, la forma de las nubes y las estrellas. Una bonita forma de terminar el día.
Un día volví al Bambuda en Kayak con Jorge para dar un café que le habían encargado. Él tenía ganas de cazar langosta y yo tenía ganas de acompañarle. Mientras él buscaba langostas en vano, yo disfrutaba de un precioso snorkel. No podía dejar de meterme en el agua!
Allí se encuentra trabajando Amalia, una buena amiga de Carlota panameña. De primeras el hostal tenía un tobogán que te lanzaba, literalmente, al mar, muy divertido. Estuvimos tomando un cocktel, relajándonos, mientras tomábamos el sol y escuchábamos música. Dimos una vuelta por la zona y comimos unos burritos.
Después nos fuimos a hacer snorkel. Un sitio lleno de estrellas de mar, algún pececito, pero, sobre todo, un paisaje marino decorado de un precioso coral con gran cantidad de colores: amarillos, rosas, verdes, rojos, azules… algas con formas de setillas.
Después de nuestra actividad acuática, estuvimos descansando en unas redes colgantes cerca de la piscina con vistas al mar con otro rico cocktel, Esto era mi primer lujo en lo que llevo de viaje.
Al atardecer cogimos una red de esas flotantes. Amalia, Carlota y un compañero de Amalia, descansamos, mirando la luna llena, la forma de las nubes y las estrellas. Una bonita forma de terminar el día.
Un día volví al Bambuda en Kayak con Jorge para dar un café que le habían encargado. Él tenía ganas de cazar langosta y yo tenía ganas de acompañarle. Mientras él buscaba langostas en vano, yo disfrutaba de un precioso snorkel. No podía dejar de meterme en el agua!
Un día me fui a dar una vuelta con unos chicos a los que les hice el CHECK IN ese mismo día. Yo estaba en recepción cuatro horas al día, Mauro de Argentina y Jonah, de Californa. También se apuntó Ana, una valenciana que vino a desconectar a Bastimentos. El camino nos dirigía hacia un lago dónde, en teoría, hay caimanes. El principio del senderito, bordeando la playa del pueblo, tenía otra belleza especial: oscuro, maloliente, tenebroso y peligroso. Si no ibas atento a dónde pisabas, tus pies podían quedar atrapados en el fango y entre las raíces de los manglares.
Al salir de este oscuro y entablado camino, antes nosotros, salieron las flores, colores, olores…
Un camino hermoso, pero húmedo, que nos regaló texturas llenas de energía. Fue una pena no poder ver los caimanes.
Un camino hermoso, pero húmedo, que nos regaló texturas llenas de energía. Fue una pena no poder ver los caimanes.
En mi primer día libre, Carlota
me llevó a dar un agradable paseo en bici hasta Paqui Point, en Isla Colón.
Atravesamos el pueblo, el cementerio y pedaleamos bordeando la costa.
Observando el mar, las palmeras, los surfistas cogiendo olas... Nos encontramos
a Juba y Marta que pasaban el día por esa zona.
En nuestro segundo día libre nos fuimos a Playa Polo. Un lugar espectacular. Un paraíso escondido. Allí vive Polo. Sesenta años atrás, este señor, encontró esta preciosa playa y desde entonces no se ha movido de ahí. No me extraña. Allí tiene todo, frutas, pescado, marisco... Baja poco al pueblo, pero uno de esos días bajó y antes de que yo supiera de este lugar me lo encontré y me dijo: Hola! Soy POLO y tengo una playa. El hombre estaba borracho y yo no sabía si creerle... Polo agradece mucho si le llevas una cervecita, a ser posible Balboa cuando le vas a visitar.
Nosotras fuimos andando desde el hostal, tres horas de camino, atravesando Wizard, la playa más cercana al hostal muy transitada por surfers, que conocí un día lluvioso.
Después pasamos por Redfrog Beach y por una ladera bastante inclinada, llena de ranitas. El último tramo, lloviendo, no fue fácil. Todo este camino mereció la pena porque al llegar el cielo se abrió para nosotras.
Disfrutamos de la playa a nuestro antojo. El agua tenía la temperatura perfecta, ni fría ni caliente.
Hicimos un poco de snorkel. Después vino Zuly con los niños y comimos todos juntos, arroz cocido con leche de coco recién rallado, un plato sabrosísimo hecho por ella. Polo por ahí hablando Guari Guari, el barquero Cecilio, los cangrejos…
Una amiga de Carlota se tuvo que
ir y necesitaba que alguien cuidara de su casa y gato. Una casita preciosa en
mitad de la jungla, llena de arte y cargada de energía positiva. Sentarse por
las mañanas para escuchar el sonido de los pájaros, observar las mariposas, el olor de la selva. Sentirse como si fuera
tuya y pensar en lo que me gustaría vivir con esa paz y tranquilidad. Allí
pasamos las noches preparando ricas cenas, jugando a los barquitos, a las
chinas y escuchando música. Normalmente Carlota hacía el primer turno en el hostal porque luego ella tenía que trabajar dando clases. Yo me pasaba las mañanas ahí sin rechistar, a mi lío.
Carlota se fue a Perú a subir el
Machupichu y al día siguiente llegó Cacau, un chico brasileño que fue
voluntario aquí. Me fui con él y su ligue a dar una vuelta. Fuimos a Isla Colón
y allí alquilamos unas bicis para ir a Bocas del Drago. Tres horas y 15 km en una
vieja bici por un camino lleno de subidas y bajadas. Muy bonito, pero
cansadísimo. Nos encontramos monos en lo alto de los árboles y niños que iban a
la escuela, un camino lleno de árboles de bambú que, por lo menos, nos hacían algo sombra.
Llegamos a Bocas del Drago. Las gaviotas se posaban en unos palos que se encontraban en el mar. Ellas nunca querían compartir su palo con otra. Si una lo intentaba se enfadaba. Yo me acerqué y pude capturar un momento precioso entre las gaviotas.
A veinte minutos de Bocas del Drago, caminando por un sendero bordeando la playa, se encuentra Playa Estrella, conocida por la cantidad de estrellas de mar que se ven en la orilla. No había tantas y vi como un chico las buscaba y las apelotonaba todas, “para la foto”.
Pero el camino hacia la playa fue precioso. Nos encontrábamos rodeados de palmeras. De repente, escuchamos un sonido de un animal no identificado. Cacau y yo quisimos descubrir de qué se trataba. Eran monos aulladores que estaban marcando el territorio. El sonido que hacían esos monos era estremecedor. No conseguimos adentrarnos mucho más.
Llegamos a Bocas del Drago. Las gaviotas se posaban en unos palos que se encontraban en el mar. Ellas nunca querían compartir su palo con otra. Si una lo intentaba se enfadaba. Yo me acerqué y pude capturar un momento precioso entre las gaviotas.
A veinte minutos de Bocas del Drago, caminando por un sendero bordeando la playa, se encuentra Playa Estrella, conocida por la cantidad de estrellas de mar que se ven en la orilla. No había tantas y vi como un chico las buscaba y las apelotonaba todas, “para la foto”.
Pero el camino hacia la playa fue precioso. Nos encontrábamos rodeados de palmeras. De repente, escuchamos un sonido de un animal no identificado. Cacau y yo quisimos descubrir de qué se trataba. Eran monos aulladores que estaban marcando el territorio. El sonido que hacían esos monos era estremecedor. No conseguimos adentrarnos mucho más.
Por fin, llegó el día en el que
me adentré en las profundidades de las aguas caribeñas con tanque. Dos
inversiones de 50 minutos cada una a 17m ¡No está nada mal! Me aconsejaron
bucear con un tipo Americano que solo hace salidas, no cursos, se llamaba Joaquin. Lleva aquí como
15 años pero no tienen ni papa de español porque dice que se entiende con el guari
guari. Fui a hablar una semana antes con él para conocernos y por fin llegó el
día. Tenía muchas ganas de ponerme el traje, el regulador y dejarme
llevar por el agua cristalina. Sentirme pez. Poder respirar debajo del agua.
Ser uno más. Y flotar…
En la primera inversión me llevó a un barco hundido, cerca de Hospital Point, que
fue llevado a las profundidades hace dos o tres años, a propósito, para
convertirlo en un hogar marino. Alrededor, el arrecife era impresionante. Nunca
había visto algo así. No he buceado tanto en mi vida… pero poco a poco alimento las ganas
de ver más y más y coleccionar experiencias.
En la segunda inversión me llevó a Blue Coconut, un lugar conocido también por su arrecife. Allí pude disfrutar de una gran variedad de especies y de una gran cantidad de colores. Lo que más me impresionó ver fue el Lionfish una especia no autóctona que no sé muy bien cómo fue introducida y que poco a poco, al no tener depredador, su número está creciendo.
En la segunda inversión me llevó a Blue Coconut, un lugar conocido también por su arrecife. Allí pude disfrutar de una gran variedad de especies y de una gran cantidad de colores. Lo que más me impresionó ver fue el Lionfish una especia no autóctona que no sé muy bien cómo fue introducida y que poco a poco, al no tener depredador, su número está creciendo.
Un buen día pude unirme a un tour que hacía
Cristo, un chico nacido y criado en esta isla, con el que hice buenas migas.
Me monté en la lancha, junto con unos alemanes un poco raros y Mateo, un
italiano muy simpático con el que compartí cosas de Boquete y él me contó cosas
de Costa Rica, dónde iría próximamente. Él escribe, junto con su novia, un blog
de viajes, más profesional.
El tour consistía en una vuelta por el Parque Nacional Marino de Bastimentos. Cristo, con su risa y un sixpack en la mano, nos llevó a unos lugares maravillosos. Paramos primero en Cayo Coral dónde yo me quedé charlando con él. Los demás hicieron snorkel y yo, al final, lo hice debajo del muelle, dónde estaban todos los peces. Cristo tiraba trozos de pan para que todos los peces vinieran dónde yo me encontraba.
El tour consistía en una vuelta por el Parque Nacional Marino de Bastimentos. Cristo, con su risa y un sixpack en la mano, nos llevó a unos lugares maravillosos. Paramos primero en Cayo Coral dónde yo me quedé charlando con él. Los demás hicieron snorkel y yo, al final, lo hice debajo del muelle, dónde estaban todos los peces. Cristo tiraba trozos de pan para que todos los peces vinieran dónde yo me encontraba.
Luego fuimos a Cayo Zapatilla,
dónde se rodó el programa Supervivientes. Cristo nos dejó en un lugar donde no
había gente. Decía que era su playa privada. Los alemanes se fueron a su rollo.
Mateo y yo, nos fuimos con Cristo a cazar langosta. No hacía falta buscarlas, cada roca que había se veían las antenitas de las langostas asomando. Al ser un Parque
Nacional queda prohibido cazar, pero yo que le voy a decir a Cristo… ¿?¿?¿? Él
las cazaba y nosotros las sujetábamos aún vivas.
Después de esto me enseñó cómo conducir su lancha y así
les llevé a todos a la Isla de los
Perezosos dónde sólo vimos uno en lo alto de un árbol. Luego nos fuimos a Blue
Coconut a tomar algo y a relajarnos con la musiquilla del bar situado sobre el
mar. Yo me quedé con Mateo hablando, Cristo se durmió y los alemanes a su
rollo.
Cuando ya fue hora de irnos, Cristo llevó a quince personas más en la lancha y de camino pudimos ver delfines. Fue toda una sorpresa. A Mateo y a mí, nos invitó a cenar langosta. Riquísimos espaguetis preparados al estilo caribeño con langosta fresca.
Un día que llegaba de la playa, Juba me dijo que una rama se había caído encima del restaurante que hay en el hostal. Había un perezoso atrapado entre la rama y el tejadillo. Con ayuda de Juba, Marta, Jann, Jorge, Robertilla y Denia mirando y yo con la cámara en mano, intentaron retirar el árbol para que el perezoso tuviera la oportunidad de irse a otro árbol. Estaba tan nervioso que no sabía para dónde ir. El problema es que no podía quedarse cerca de lo que es el hostal porque si uno de los perros lo ve, lo mata. Poooobre perezoso. Nadie quería tocarlo. Casi ni con un palo. Nunca vi uno desde tan cerca. Un animal curioso, dicen que maloliente, pero muy gususito… Aprendí que hay dos tipos de perezosos, el de dos garras y el de tres, dependiendo de la zona y también a diferenciar un macho de una hembra. Este perezoso era bastante grande, con una melena al estilo caribeño, quemada por el sol, con dos garras y macho porque en su espalda no tenía un hueco a lo largo de la columna.
Cuando ya fue hora de irnos, Cristo llevó a quince personas más en la lancha y de camino pudimos ver delfines. Fue toda una sorpresa. A Mateo y a mí, nos invitó a cenar langosta. Riquísimos espaguetis preparados al estilo caribeño con langosta fresca.
Un día que llegaba de la playa, Juba me dijo que una rama se había caído encima del restaurante que hay en el hostal. Había un perezoso atrapado entre la rama y el tejadillo. Con ayuda de Juba, Marta, Jann, Jorge, Robertilla y Denia mirando y yo con la cámara en mano, intentaron retirar el árbol para que el perezoso tuviera la oportunidad de irse a otro árbol. Estaba tan nervioso que no sabía para dónde ir. El problema es que no podía quedarse cerca de lo que es el hostal porque si uno de los perros lo ve, lo mata. Poooobre perezoso. Nadie quería tocarlo. Casi ni con un palo. Nunca vi uno desde tan cerca. Un animal curioso, dicen que maloliente, pero muy gususito… Aprendí que hay dos tipos de perezosos, el de dos garras y el de tres, dependiendo de la zona y también a diferenciar un macho de una hembra. Este perezoso era bastante grande, con una melena al estilo caribeño, quemada por el sol, con dos garras y macho porque en su espalda no tenía un hueco a lo largo de la columna.
Ya se acerba el día de irme. Me quedaban pocos días de disfrute en este archipiélago del Caribe y me estaba dando mucha pena dejar este lugar. Intenté disfrutar y exprimir los últimos días.
Me fui de tour con Jorge. No
había kayak para mí, pero me dejó un paddel, eso que remas de pie. Al principio
me pareció un poco complicado, porque no sabía cómo poner las piernas. Con unas
pautas de Jorge pude remar ligera y sin apenas problemas. Paramos en dos sitios
para hacer snorkel. El sol apretaba y no venía mal, de vez en cuando, meterse
en el agua para refrescarse y disfrutar de esos fondos marinos. Un espectáculo
de corales y esponjas que no dejaba de sorprenderme.
En la primera parada, a parte de
los colores y pececitos que ya me resultaban conocidos, pudimos ver una familia
de calamares. Dos grandes pude fotografiar, pero a unos dos metros se
encontraban los bebes, unos ocho o nueve calamarcitos. Parecía que los padres
estaban intentando distraernos para que no fuéramos tras los pequeños. Debajo
de un roca, Jorge me mostró una morena que no tenía un buen día, me enseñó los
dientes, no le gustaban las visitas. También nos enseñó algún fósil!
La segunda parada para hacer
snorkel me pareció también muy bella. Los colores cambiaban a tonos más pastel,
lo que ME indicaba que poco a poco nos íbamos acercando a la zona de los
manglares. Estaba alucinando con tanta belleza debajo del mar. Me parece un
lugar mágico que esconde un montón de cosas que quiero seguir descubriendo.
Ya nos acercábamos a los
manglares. El resto del grupo se adentró. Yo ya lo conocía y prefería relajarme
entre los manglares. Me metí hasta la mitad del túnel, me tumbé sobre la tabla y dejé que la corriente me llevara. Estaba
sola. Me quedé pensando y meditando
sobre todo aquello. Me sentía en paz, calmada y feliz. RELAJADA.
Llegaron todos y nos fuimos a
hacer el último snorkel al comienzo del túnel, entre los manglares. ES PEC TA CU
LAR. Algo fuera de lo que me podía imaginar. ¿Cómo va a ser que fuera del agua
tuviera un aspecto gris, tenebroso y debajo del agua un aspecto con un amplio
abanico de colores, vivo, mágico? Tenían todos los colores inimaginables. Una
experiencia grandiosa bucear bajo los manglares. Le doy las gracias a Jorge por enseñarme cosas tan
bellas como esta.
Al día siguiente Marta me explicó
cómo ir a un sitio para hacer un buen snorkel entre cuevas, Silver Back. Fui
caminando sola, intentado seguir sus indicaciones para encontrar esas cuevas
debajo del agua y bucear, pero no encontré el lugar, era bastante complicado y creo que no procedía meterme sola al mar. A
cambio disfruté mucho del camino bordeando la playa y encontré muchos árboles
de Noni, cosa que aproveché y cogí unos cuantos.
La gente de esto lugares, vive muchos años, más de noventa. No hay nada de contaminación y todas las frutas
son muy buenas para la salud, sin pesticidas, el suelo es muy fértil y la gente
de aquí tiene muchos terrenos con gran cantidad de árboles: Jackfruit,
guanábana, biribá, coco, aguacate, mango, piñas, plátanos y otras frutas que he
probado que no recuerdo el nombre. Esto es expectacular!
Al día siguiente fui a Polo
Beach con Cristo, Zuly, Carlui (su exxx), los niños y la hija de Jann. Me
fui con toda la Crew a visitar y disfrutar del día con esta maravillosa gente
que he conocido. Un paseo con la lancha de Cristo. El mar estaba plano.
Al llegar allí nos dimos unos chapuzones y empezamos a preparar la comida entre todos. Allí Polo ya tenía unas langostas que vendía a un dólar y un guiso que probé sin preguntar qué era, estaba muy bueno. Después me enteré que comí tortuga y no me hizo nada de gracia. También Zuly me dio de probar carbón, pero no un carbón cualquiera, sino de un árbol que le gusta a ella. Me dice: "Mana, mi cuerpo me pide que coma carbón". "OK… pues lo tengo que probar!!!" dije yo. Negra se me quedó la boca.
Después de disfrutar de la comida nos fuimos a hacer snorkel. Pasamos un bueníiiismo día. Los voy a echar de menos.
Al llegar allí nos dimos unos chapuzones y empezamos a preparar la comida entre todos. Allí Polo ya tenía unas langostas que vendía a un dólar y un guiso que probé sin preguntar qué era, estaba muy bueno. Después me enteré que comí tortuga y no me hizo nada de gracia. También Zuly me dio de probar carbón, pero no un carbón cualquiera, sino de un árbol que le gusta a ella. Me dice: "Mana, mi cuerpo me pide que coma carbón". "OK… pues lo tengo que probar!!!" dije yo. Negra se me quedó la boca.
Después de disfrutar de la comida nos fuimos a hacer snorkel. Pasamos un bueníiiismo día. Los voy a echar de menos.
Al día siguiente acompañé a Juba y a Jann a recoger unas nasas que habían dejado en Silver Bank, aquel lugar en el que no pude llegar a bucear.
Después recogí mis cosas y me fui a Bocas
con Anna, la chica que conocí en Boquete, la que me encontré en Carenero. Nos
fuimos de compras básicas, comimos una empanada acompañada de un rico zumo de piña y de postre disfrutamos de un heladito.
En Bocas me quedé mis últimos días de voluntaria haciendo lámparas de cuerda para el Hostal Spanish By the Sea, los mismos que en Boquete. Después, cuando se fue Anna, me fui a comprar el material y empecé hacer lamparitas de cuerda que también hice en el hostal de Bastimentos, con un arreglo floral. Nunca pensé que estaría haciendo lamparitas por Panamá.
Los últimos días en Bocas los pasé con dos chilenos. Uno estaba de voluntario en el hostal, se llamaba Ricardo, era químico y trabajó en la Antártida. Ahora está viajando de polo a polo con el objetivo de llegar a Alaska. El otro, Pablo, está creando un plataforma virtual para que agencias de publicidad cojan vídeos que sube la gente. También se dedica a hacer vídeos muy guapos con su drone, el cual se chocó con una palmera antes de que me fuera, ahora lo está intentando arreglar.
Mi penúltima noche la pasé en Bastimentos. Cené con Zuly, Jorge, Marta y Juba. Les hice huevos rellenos con el pescado que un día se pescó con las nasas. Después fuimos al Bubas dónde tocó un grupo de música bastante bueno. A las 12 en punto me cogí rápidamente un botetaxi que me consiguió el rollito de Anna. Cuando llegué al hostal, estaban Ricardo y Pablo con los que me quedé un rato hablando.
Mi último día lo aproveché con Ricardo. Nos fuimos a Paki Point dónde nos relajamos y nos tomamos un rico batido de frutas del día, mientras veíamos como los surfers cogían las olas.
Después cogimos un Kayak y me llevó a un sitio para hacer snorkel. Allí pude despedirme del snorkel de Bocas dónde pude ver a mi raya favorita, la negra con puntos blancos. Esta vez tuve la oportunidad de fotografiar!!!
En Bocas me quedé mis últimos días de voluntaria haciendo lámparas de cuerda para el Hostal Spanish By the Sea, los mismos que en Boquete. Después, cuando se fue Anna, me fui a comprar el material y empecé hacer lamparitas de cuerda que también hice en el hostal de Bastimentos, con un arreglo floral. Nunca pensé que estaría haciendo lamparitas por Panamá.
Los últimos días en Bocas los pasé con dos chilenos. Uno estaba de voluntario en el hostal, se llamaba Ricardo, era químico y trabajó en la Antártida. Ahora está viajando de polo a polo con el objetivo de llegar a Alaska. El otro, Pablo, está creando un plataforma virtual para que agencias de publicidad cojan vídeos que sube la gente. También se dedica a hacer vídeos muy guapos con su drone, el cual se chocó con una palmera antes de que me fuera, ahora lo está intentando arreglar.
Mi penúltima noche la pasé en Bastimentos. Cené con Zuly, Jorge, Marta y Juba. Les hice huevos rellenos con el pescado que un día se pescó con las nasas. Después fuimos al Bubas dónde tocó un grupo de música bastante bueno. A las 12 en punto me cogí rápidamente un botetaxi que me consiguió el rollito de Anna. Cuando llegué al hostal, estaban Ricardo y Pablo con los que me quedé un rato hablando.
Mi último día lo aproveché con Ricardo. Nos fuimos a Paki Point dónde nos relajamos y nos tomamos un rico batido de frutas del día, mientras veíamos como los surfers cogían las olas.
Después cogimos un Kayak y me llevó a un sitio para hacer snorkel. Allí pude despedirme del snorkel de Bocas dónde pude ver a mi raya favorita, la negra con puntos blancos. Esta vez tuve la oportunidad de fotografiar!!!
>>>Llegó el día de partir, ahora tengo un viaje de 8 horas hasta Costa Rica. Cruzo frontera para encontrarme con mi Maki y compartir momentos viajeros!!!
Echaré de menos los paseos en taxibote entre isla e isla, y a los barqueros que he ido conociendo, las puestas de sol, los conciertos en terrazas al lado del mar, y las cervecitas en los bares del muelle, el Bubbas los lunes con sus conciertos en directo, los sonidos de los gecos en la noches y su ritual de apareamiento bajo la luz de las bombillas, ir hacer snorkel cuando me apetezca, las partidas a las chinas con Carlotita con un tablero roots que hicimos, a Zuly, encontrarme a la Roxy, las bolitas de cacao puro para rallar sobre mi avena de por la mañana y la paneala o raspadura de caña de azúcar, los Yaniqueques recién hechos (pan de plátano), el dar un paseo y encontrar un coco para comer, el arroz con coco, los días de lluvia y aprovechar para rellenar la botella (me encanta el agua de lluvia, aquí no hay ningún tipo de contaminación), la tranquilidad, escuchar guari guari, la locura del Cristo, los insectos tan raros que he visto, al niño Rafael que me venía a ver, la sonrisilla de Robertilla y Delia, pasar las mañanas en casa de Juli, las historias de Yann, a toda la gente viajera que he conocido en Bocas del Toro, a Carol, a Amalia, a Agus y Pau con su velero que próximamente cruzarán el Atlántico, las conversaciones con Jorge y sus paseos, a mi pareja favorita Juba y Marta, y a mi Carlotita.
Gracias Basti por todo lo que me has aportado. Sigo creciendo. Sigo dibujando mi camino.
Prometo que el siguiente post será más corto y eso que he omitido bastantes cosas J
Bicho Palo visto en Boquete VS Bicho Hoja visto en Bastimentos
Bicho Palo visto en Boquete VS Bicho Hoja visto en Bastimentos
Me ha encantado desconectar un ratito leyéndote, por un momento parecía que estaba allí jiji Sigue alegrándonos los ratitos con tus historias y disfruta de tu siguiente experiencia!! Besazoooo!
ResponderEliminar¡¡¡ Belenchi !!!
ResponderEliminarInsuperable....
Ufgh !!!
Tu país es tu mochila, y
Tu patria son tus zapatos...
Un besazo muy fuerte.
Paco
Leído tu segundo relato
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